jueves, 29 de diciembre de 2011

Daños colaterales

La única patria feliz, sin territorio, es la conformada por los niños.
Rainer María Rike


Los niños jugaban en el parque, los columpios se balanceaban, el agua dentro de globos mojaba a niños y a desafortunados padres por igual. El mundo seguía igual, igual que hace 20 años, pero entonces el cielo se tornó negro, súbitamente. Un avión sobrevolaba la ciudad, silencioso, con una forma anormalmente plana. 

El cielo silbó, el aire se desgarró, los niños no sabían lo que pasaba. Algunos padres se levantaron, conscientes del peligro, corriendo hacia sus hijos, fue en vano. La tierra aulló, levantó un puño al cielo pidiendo venganza, el aire se tiñó de rosa, y una ciudad desapareció de un plumazo, borrada por juguetes de niños mayores, de aquellos que se hacen llamar hombres, pero realmente son cobardes.

Y entonces dejaron de ser niños, dejaron de ser padres, no hubo columpios ni globos de agua. Ahora eran daños colaterales.



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