lunes, 22 de octubre de 2012

Era primavera, pero el cielo no lo sabía, y lloraba. Mientras tanto una pareja corría por la ciudad, ella intentaba refugiarse de la lluvia pero él tiraba de ella riéndose, obligándola a mojarse. A él le gustaba la lluvia, a ella los porches, a los dos, el otro.

Corrieron y corrieron, besándose por toda la ciudad, mojándose, viviendo la intimidad de los portales. No pararon de besarse hasta llegar a su refugio y abandonarse el uno al otro.

Y por la mañana floreció un nuevo día.

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