martes, 3 de abril de 2012

"Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quien se puede enamorar de tu sonrisa."

Se sentía guapa, sencillamente, guapa. Se miraba al espejo y se veía irresistible, se había despertado en uno de esos días en los que sentía comerse el mundo. Se acercó y se miró los ojos, de un precioso azul con destellos lavanda, se alborotó un poco sus rizos rubios pareciendo un poco más salvaje de lo normal.

Marchó desde el baño hasta su cuarto desnuda, moviendo las caderas como las bailarinas orientales y abrió el armario. ¿Qué se pondría hoy? Se decidió por una camiseta de tirantas y unos vaqueros, un collar con un amuleto de madera regalo de un amigo de la playa, y una fina chaqueta de entretiempo. Se vistió apresuradamente y se miró en el espejo. Sí genial, sencillamente genial.

Se calzó los zapatos, cogió la bandolera, se despidió con un beso de su madre y bajó las escaleras. Caminó por la acera dirección a la escuela, feliz, sonriente, y decidió que iba a ponerle banda sonora a su día cuando alguien se la puso por ella. 

- ¡¡Gorda!! 

Desde un coche unos chicos le habían gritado y se alejaban entre risas. Se le cambió el semblante, se puso seria y siguió caminando. Hoy no iba a ser un buen día, definitivamente tampoco hoy sería un buen día...

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