Se cerró la puerta, y se quedó solo, encerrado, sin luz. En una prisión forjada por él mismo, en su prisión. Miró a su alrededor, cada día aparecía una puerta, una ventana, a veces aparecían y desaparecían rápido, en el tiempo en que se cruzaba una mirada, florecía una sonrisa y él no las abría, no miraba a través de ella, oportunidades perdidas las llamaban.
Pasó el tiempo, medicina necesaria, abrió puertas, miró por ventanas, cogió autobuses y llegó a la estación, a esperar, a esperar al tren que pasa tan poco. El tren que vale por todas las oportunidades perdidas.
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