domingo, 26 de junio de 2011

Entre algodones

Parecen solo miradas, y hay gente que no lo entenderá, pero no son solo miradas. A veces las miradas dicen lo que no se puede decir con palabras, las miradas expresan alegrías inabarcables, miedos insondables, tristezas inconmensurables. 

A veces iba a un chiringuito a conectarme a internet, era verano y no tenía acceso desde mi casa. Iba a descargarme series o leer blogs, ajeno a los problemas de aquellos que no habían nacido entre algodones, pedía un batido de fresa dopado con todo tipo de siropes y natas y me conectaba. En esos días hablaba mucho con una amiga, arreglábamos el mundo desde nuestras sillas, tranquilamente, sin importar las consecuencias reales que tendrían nuestras intenciones, como si fuéramos verdaderos políticos, políticos que nacieron entre algodones. 

Cerca de mi mesa siempre había un hombre sentado que pedía una copa y se sentaba mirando al mar. Tendría unos cuarenta años y era negro, alguna vez hablaba por el móvil en francés, seguramente senegalés o de costa de marfil, ¿qué más daría? Pero una vez levanté la mirada de mi portátil y le vi llorando mientras miraba al mar.

A partir de ese momento decidí prestarle algo más de atención. Llegaba y miraba por encima el periódico, luego se dedicaba a mirar al mar, con una mirada entre la nostalgia y la rabia. Su historia era muy distinta a la de cualquiera de mis amigos.

Había nacido en Senegal, en una familia bastante pobre. Sus padres murieron y tomó las riendas de una pequeña familia formada por siete hermanos, pescó, repartió periódicos, sirvió comida a los más ricos y un día ahorró lo suficiente para intentar vivir el sueño europeo. Pagó unos billetes a la tierra prometida, donde no faltaba leche y miel, donde no había hambre y había mucho dinero para todos. 

Se montó con su pequeña familia en una patera, dispuestos a cruzar el estrecho y llegar a la tierra prometida. La patera iba bastante cargada con gente de la que no sabía nada, pero con la que compartía el sueño de una vida mejor, gente para la que ese viaje se convirtió en un viaje de ida a un lugar mejor, un viaje sin retorno. U

Una hora después de que zarparan destino a España comenzó la tormenta, el bote comenzó a zarandearse y él y sus hermanos se agarraron fuerte. No podían caer, debían mantenerse unidos, pero el bote zozobró y cayeron todos al agua. La tormenta hizo el resto, y solo él llegó a la costa, el resto no fue tan afortunado como él. 

Día tras día, tenía que trabajar como un negro para vivir bastante peor que un blanco. Trabajó recogiendo chatarras, de estibador en un puerto, cargando cajas en una lonja y finalmente en la construcción como peón de obra. De sol a sol, por lo menos se ahorraba la crema, ventajas de ser africano. Entretanto seguía guardándole rencor al mar por arrancarle todo aquello que le daba sentido a su vida en otros tiempos, mirándolo con rabia y con nostalgia a la vez, como solo saben hacer los que pierden tanto.

Miradas que lo dicen todo, sin tener que decir ni una palabra. Y mientras tanto nosotros arreglando el mundo, entre algodones. 

viernes, 24 de junio de 2011

Conclusión sobre mí mismo

A veces me gustaría apagar una parte de mi cerebro, porque la verdad es harto incómodo vivir en medio de esta  conversación entre los dos hemisferios donde siempre gana el derecho porque le ayuda el corazón, son como dos canis.

La verdad que esto de los sentimientos es una putada, hace unos segundos te encontrabas bien y entonces empiezas a sentirte como el puto culo, y realmente no ha pasado nada. Solo que un pensamiento, que ni siquiera sabías que estaba ahí se ha empezado a manifestar, sientes esa angustia pegajosa y luego te das cuenta de lo que has pensado.

Ojalá fuera tan fácil decirlo como hacerlo, ojalá fuera fácil enamorarse de otra sonrisa, de otros ojos. Tan fácil como decir, "Eh, mira que chica más mona". Pero es jodidamente difícil pasar página, sobre todo cuando una parte de tí parece que no quiere, pero la otra sí, porque quiere tranquilidad.

Así que hoy he llegado a la conclusión de que dentro de mí somos tres. Soy Luis, B. y Belugo, cada uno con su personalidad. Luis es analítico y frío, B. es imaginativo y cariñoso, Belugo está como una puta cabra, aunque no deja de ser una adorable beluguita.

Y esos son los tres que me forman a mí.

lunes, 6 de junio de 2011

Rebelión en la granja + Indignados

Dos libros más para la lista de libros leídos.



Indignados me ha parecido un buen manifiesto que debería leer y releer, no se tarda más de 30 minutos en leerlo. Merece la pena leerlo, e indignarse, porque a día de hoy es bueno indignarse para intentar cambiar las cosas.



El segundo, Rebelión en la granja de Orwell, me ha gustado mucho. Es una sátira clara, sin intentos de intelectualizarla más de la cuenta, que muestra descarnadamente el deseo de poder de nuestra raza a través de nuestros amigos los cerdos.

Lo triste es que todo eso se va cumpliendo poco a poco, se nota a día de hoy eso de "Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros" gracias a nuestra clase política. O las ovejas y como se manipula a la opinión publica. Como adiestran perros que tratan con deferencia para acallar las rebeliones mediante la violencia, como engañan y cambian el pasado para mostrar como un criminal a Snowball.El burro que representa a los intelectuales, que saben todo pero nunca toman cartas en el asunto, y así todo.